domingo, 8 de julio de 2018

¡GRACIAS!


- Pasión y vocación, los grandes motores de la vida


Alumnos de X semestre del Pograma de Medicina de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla le hicieron este homenaje a mi hermano Rafa. 


“Porque todo esto es por amor a vosotros, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios. Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día”.
2 Corintos 4: 15-16

A muy temprana edad, me di cuenta que el regalo más grande que me había dado Dios y la vida, es mi familia. De cada uno de los miembros de ella tengo tantas cosas buenas que decir, que se me empoja el pecho.  Y no es vanidad, es orgullo.

No somos una familia perfecta, para nada, pero fuimos criados sobre cimientos muy fuertes: Fe, amor, confianza, respeto por el otro, responsabilidad, entrega y sensibilidad.

A esos dos últimos quiero referirme: Entrega y sensibilidad.  Hace casi veinte años, encontré a mi hermano Rafa sumido en una profunda tristeza.  Le pregunté qué le pasaba. Se sentía impotente ante tanta pobreza e injusticias sociales. Y me decía: ¿Cómo es posible que haya tanta gente indolente, que tiene manera de ayudar y no se conmueve ante los que no tienen alimentos y educación?

Me partió el alma verlo así, pero lo entendía. Recuerdo que montó un consultorio médico en la casa y todos los días llegaban personas que vivían en el barrio La Luz de Barranquilla a buscarlo. El hacía un trabajo social voluntario en esa zona y era conocido en la comunidad.  La gente llegaba a nuestra casa para que los atendiera. Él lo hacía, les regalaba muestras médicas y si no tenían dinero les ayudaba para comprar el medicamento y para el transporte de regreso a casa. Por supuesto la consulta era gratis.  Mi papá expresaba riéndose: Este es el único médico que no será rico.

Años más tarde mi papá repetía y agregaba: Este es el único médico que no será rico (en bienes materiales), pero no habrá un corazón más grande.

Y así es.  A mi hermano Rafa lo conmueve el dolor ajeno, ha trabajado con pasión y entrega por la comunidad, ha ayudado a muchos a fortalecerse y trabajar por conseguir sus metas, motiva a otros a ser mejores cada día, le preocupa su entorno, le alegran los triunfos de sus amigos, agradece a Dios por ellos. ¡Y qué amigos! ¡Porque mi hermano Rafa tiene los mejores amigos del mundo!

En nombre de Rafa, GRACIAS por estar aquí, ahora, en este momento especial de su vida.

Este video que hicieron sus alumnos, que tanto nos ha conmovido, que nos ha hecho llorar, es una gran alegría para él porque quiere decir que logró mucho con ellos. Nuevamente, ¡GRACIAS!