jueves, 30 de octubre de 2014

¿Pa´onde va Vicente?

Siempre ha sido así. La gente camina por donde ya otro lo está haciendo.  A lo mejor porque siente tranquilidad y seguridad.

Cuando llueve en Barranquilla, famosa por sus arroyos, las calles están llenas de agua.  Quienes manejamos no perdemos de vista los movimientos del vehículo que va delante de nosotros, casi siguiendo las huellas de las llantas.  Así garantizamos no caer en un hueco y nos evitamos malos ratos.

En una situación práctica como esa, vale. Pero, ¿por qué permitimos que nos abrace el seguimiento a ciegas en todos los aspectos de nuestra vida?
Conozco a mucha gente que sigue algunas normas sociales aunque no las comparte
, solo por no quedar mal… pero quedar mal con quién? En qué momento de la formación de una persona se pierde la libertad a ser y expresarse como quiere?

Algunos amigos con quienes he conversado sobre el tema me dicen que les da pena no hacer ciertas cosas, como llevar regalos a las celebraciones y participar en la ya popular lluvia de sobres.  Eso es una obligación? Porque si es así, estamos mal. Si la gente que no recibe regalos en su cumpleaños o dinero en su grado se incomoda con quien no le llevó algo, estamos mal!

Pero ese es solo un aspecto de “¿Pa´onde va Vicente?”.

Otro tiene que ver con los famosos “Día de…”: La amistad, San Valentín, el niño, la niña, el joven, la madre, el padre, navidad, del árbol… las brujas”. Algunos decimos que son nuestros y otros adoptados. Estoy por creer que ninguno es nuestro.

Todo lo relacionado con la familia no debía tener día especial, porque el amor por nuestros seres queridos debe manifestarse tooooodos los días y no precisamente con obsequios materiales.  Eso da para otro post.

Pero bueno, asumo que la elección de un día para algo es sencillamente una manera de hacer un alto en la rutina diaria y programar algo especial, solo para resaltar los valores de algo o alguien (la felicidad que nos invade al recordar el día del nacimiento de una persona querida, por ejemplo).

Lo que no me gusta ni un poquito, no comparto y critico, es cuando decidimos seguir la corriente sin reflexionar sobre qué celebramos, como el caso del Día de las brujas.

No es por ser la niña diferente,  pero la verdad es que para eso no me ha salido el Vicente que muchos llevan dentro. Por eso en mi casa, si hay que celebrar algo para alegrar a los más pequeños, los niños serán bienvenidos el Día de los Angelitos.

Ya dejemos de formar tantos vicenticos. Haríamos una mejor tarea si además de inculcarles nuestras tradiciones, les enseñamos a hacer lo que les gusta, no lo que les impone la sociedad.

Pendón en la terraza de mi casa.

jueves, 23 de octubre de 2014

A los angelitos los mandó a volar el halloween

Niño en su escuela, durante la celebración del Día de los Angelitos. Tomado de http://pre-escolar1.blogspot.com/2013/10/hermosos-angeles.html

¿A qué hora se apoderó el Halloween de Colombia?

Hace cuatro años escribí una nota en mi perfil de Facebook, no para criticar la adopción de la fiesta gringa, sino para recordar la bella tradición colombiana de celebrar el Día de los Angelitos. (Ver enlace: https://www.facebook.com/notes/mabel-rada/dia-de-los-angelitos-blanca-tradici%C3%B3n/166750953344373)

Hoy con mucha tristeza veo que en esta fecha, como en muchas otras, realmente no importa ninguna tradición, ni la preservación de la cultura o la difusión de costumbres sanas o saludables para la gente. Aquí lo que importa, y mucho, es el dinero.

Es que los angelitos no dan platica. La calabaza, sí. Claro, que eso es porque cuando las celebraciones son motivadas por mucha blancura (entiéndase como actividades muuuy sanas), son difíciles de comercializar. Además, que aquí no hemos sido muy buenos para aprender a sacarle el jugo económicamente a muchas cosas y en países como Estados Unidos y Canadá sí.

Los angelitos no dan para fiestas nocturnas, licor, disfraces y el color blanco ya es sinónimo de informalidad formal (primera comunión, fiestas blancas y matrimonios en tierras caribeñas). El Halloween  o día de las brujas, sí: Rumbas nocturnas, disfraces, los colores naranja, negro, morado y rojo se ponen de moda y la gente actualiza su vestuario. Hasta la comida la pintan de halloween: Ensaladas, pudines, bebidas, dulces.

Nada más hay que echarle un vistazo a la decoración de los almacenes, las promociones para niños en los restaurantes de comidas rápidas, la envoltura de los dulces y la oferta de artículos de uso diario como manteles, vajillas, servilletas y desechables, entre otros.

Qué enseña el Halloween? Nada.  Qué deja el Halloween? Mucho… dinero.
Entonces queda claro que no encontraremos muchos que quieran ayudar a preservar la tradición del Día de los Angelitos. Para qué, si no es rentable. Solo hay que poner a trabajar el control remoto del televisor. De la televisión comercial, no me extraña, pero de la pública sí. Cuando llegué a Telecaribe, el canal regional de televisión pública del Caribe colombiano, lo encontré vestido de telarañas, manos ensangrentadas, murciélagos y ambientado con música y sonidos de terror.

Sé lo difícil que es ofrecer una programación atractiva, cuando se compite con la televisión por cable y todo mundo ya está disfrazado, pero y entonces qué pasa con el rescate de lo nuestro?

En fin, lo de la televisión es apenas un puntico en el panorama blanco del Día de los Angelitos, a punto de desaparecer bajo las manchas moradas, naranjas y negras.

Día de los Angelitos y Halloween. Ambas celebraciones tienen origen religioso (solo hay que buscar en Google para conocer detalles). No comparto muchas cosas de las dos celebraciones, sin embargo, la influencia de la tradición gringa, definitivamente no me gusta.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Mis amigos: Mi cajita de música

William y Milena Zapata, amigos de Infancia; Roberto Castilla, esposo de Milena y mi hermano Luis. Una noche de conversación en el sótano de la casa de Yudex y Cheny, mi primo y su esposa, en Hackensack, New Jersey.


Por mi familia y mis amigos.  Siempre lo he dicho, es por lo que siempre agradezco a Dios.

Cuando hace quince años me aventuré a permanecer por largo tiempo en Estados Unidos, lo hice con muchas dudas. Una de las razones: Siempre me ha parecido un país de frías relaciones personales. Por lo menos esa fue la impresión cuando visité esa nación por primera vez en 1992.

Nací en una familia en la que decir lo que se siente es importante. Y mucho más, demostrarlo. Y eso lo hemos reflejado en nuestras relaciones personales.  Para mí, la amistad es muy importante y cuando considero que una persona es mi amiga, siempre será especial en mi vida.

Newbridge Road en Hicksville, Long Island.  En esa parada de bus tuve tiempo para pensar en muchas cosas y leer libros.

Este año tuve la oportunidad de volver a New York y New Jersey, visitar amigos y lugares que quiero por las experiencias vividas. Recorrer algunas calles casi me hace llorar.  Sentí guayabo. Por mi mente pasaron imágenes de manera veloz, cerré los ojos para que el sentido de la vista no alterara olores y sentimientos; me senté, sin ninguna prisa, en la sala de espera de una estación de tren con un café; caminé despacio y dejé que la brisa realmente me acariciara.  No es lo mismo estar de paseo que vivir en el país del norte.  La perspectiva es diferente.

Pero lo más importante fue el reencuentro con algunos amigos. Cómo me duele no haber visitado a todos, pero si Dios lo permite, espero tener la dicha de hacerlo pronto.

Parte de los amigos dominicanos que quiero mucho: Kuki, Yoselín, Rafa. Esa noche conocí a Luis y Arelis. Aquí estamos con la avispada de Jailene. Noche de canto y música en Queens, New York. Fue increíble.

Es increíble dejar de ver a una persona más de cinco años, volverla a ver, abrazarla y conversar como si solo hubiera pasado un día.  Eso es para mí, la mejor muestra de cariño.

No sé ustedes, pero yo tengo los mejores amigos del mundo y sé que ellos saben que son realmente importantes en mi vida. Y si bien sigo sintiendo que Estados Unidos es un país de frías relaciones personales, no me cabe duda que muchos se dejan llevar por el agite diario, el trabajo excesivo, la distancia y la falta de interés.


Viví casi diez años en el país de los gringos y pude comprobar que sí es posible hacer amigos y conservar relaciones cálidas y verdaderas. Todo depende de la música que suene en el corazón de cada uno.


Nota: No era fácil mostrar todas las fotos del reencuentro con mis amigos en New York y New Jersey, por eso comparto el álbum de Facebook en este enlace: https://www.facebook.com/mabel.rada.3/media_set?set=a.10153532044284041.1073741878.705189040&type=3

martes, 14 de octubre de 2014

Olmo americano, símbolo de fortaleza en New York

Olmo americano, un árbol símbolo de fortaleza, riqueza natural en Central Park, New York

Caminar por Central Park, el pulmón de New York, la ciudad de los rascacielos, y no extasiarse con la presencia del famoso olmo americano es difícil.

Este árbol es una especie originaria del este de América del Norte y es muy valorado por su fortaleza: Resiste las más bajas temperaturas, hasta 44 grados Farenheit bajo cero.

El olmo americano alcanza hasta los 30 metros de altura y sus hojas pueden crecer entre 7 y 20 centímetros.

Como muchas especies, no ha escapado de la mano dañina del hombre o de los embates de las infecciones, una de las más conocidas es la famosa Enfermedad del Olmo holandés.

Placas de donantes en el pavimento


Por eso los administradores de Central Park promueven el cuidado de éste árbol y se les ocurrió la gran idea, hace varios años, de buscar quienes adoptaran un árbol en honor a seres queridos.  Ese es el origen de las famosas placas en el pavimento del parque.



Estos grandes árboles logran enmarcar los caminos del parque y convierten la visita a Central Park en una experiencia inolvidable. Es una belleza natural en medio de la jungla de cemento y altos edificios, del ambiente ruidoso y acelerado de una ciudad que como el olmo, muestra su grandeza y fortaleza al mundo entero.


jueves, 9 de octubre de 2014

Un viaje con lunares

Desde Washington, USA

Todos los viajes tienen sus anécdotas y este lo empezamos con una madrugada innecesaria, porque llegamos temprano al aeropuerto y nos encontramos con que el personal de Copa Airlines no estaba listo para atender al público. Llegaron media hora más tarde de lo que ellos mismos recomiendan que lleguemos los pasajeros cuando el viaje es internacional y hubo una espera adicional, mientras los computadores estaban listos para la atención. Ahhhh y nos tuvimos que aguantar a una chica malencarada (como si tuviéramos la culpa de su madrugón).  Eso de la desatención da para otro post en este blog.

Luego de hacer emigración llegó la inspección del equipaje de mano y unas cortas preguntas por parte de miembros de la Policía Nacional. Cuando la joven policía me preguntó si sufría del corazón me imaginé que vendría una revisión adicional.  Conté unas 15 personas que fueron seleccionadas al azar para una inspección con rayos X. Para todos fue la primera vez y aunque hubo una que otra queja, al final llegamos a la conclusión que es la única manera de detectar si alguien está sirviendo de mula para sacar droga del país.

Es una situación incómoda, pero es la realidad de nuestro país y la verdad es que las autoridades no pueden bajar la guardia, así que nos armamos de paciencia, colaboramos y al final todo estuvo bien.

De ese proceso de revisión solo nos quedó un sinsabor, que por la hora (ya casi llamaban para abordar), no comentamos con las autoridades: A todos nos pusieron a firmar de rapidez un documento que ninguno tuvo la oportunidad de leer.  Intenté leer lo más rápido que pude y entiendo que con ese documento aceptamos la revisión con rayos x y que no hay ningún riesgo para la salud, por la presencia de marcapasos o embarazos.  Sería bueno manejar la situación, de por sí un poco estresante, con una mejor comunicación.  A veces las caras duras resultan bastante incómodas.

Y finalmente, la maleta. Por primera vez me tocó la bolita negra, como decimos en Barranquilla.  Cuando recogí la maleta en el aeropuerto Dulles de Washington no me percaté de ningún inconveniente, hasta cuando llegamos al hotel.  Del orden con el que empaqué no quedó absolutamente nada: Perfume abierto, ropa interior manoseada, zapatos mal acomodados, pantalones y blusas mal doblados… todo literalmente patas pa´arriba.


Aquí desconocía el desastre que iba a encontrar en mi maleta y esperaba el turno del vehículo que nos trasladaría del aeropuerto de Washington al hotel.


Me preocupé pues pensé que se habían perdido algunas cosas que traje para unos amigos, pero ya pasada la incomodidad y después de revisar cada centímetro del equipaje me di cuenta que desempacaron todo, pero no se extravió nada.

Por lo menos la noche agradable actuó como borrador de nata nuevo. La página del día quedó muy limpia después de compartir una deliciosa pizza con Yolanda Morales, periodista mexicana y mi hermano Luis Emilio, con quienes ando por Washington DC, en la Asamblea Conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.


Borrador de nata: Ese borrador blanco graaaaande y suave que reemplazó a los antiguos de colores y duros que usan los chicos en las escuelas

domingo, 5 de octubre de 2014

Lo que nos cuesta la violencia

Violencia y competitividad

¿Qué tiene que ver el fenómeno de la violencia con el nivel de producción de bienes y servicios de un país para satisfacer los  mercados internacionales? Todo.

Y es así de sencillo: En una ciudad donde hay inseguridad la gente se encierra en sus casas y baja el consumo. No se compran vehículos por temor al robo, prefieren quedarse en casa antes de exponerse al peligro y disminuyen las salidas a centros comerciales y restaurantes.

Recuerdo cuando en la casa de mis padres no teníamos reja. Eran otros tiempos, no había tanta inseguridad y solo nos teníamos que aguantar a los flojos e imprudentes que para “cortar camino” prácticamente nos pisaban los pies cuando estábamos sentados en la terraza (casa de esquina). Ahora tenemos una “cárcel propia”, que no es garantía de seguridad, pero logra que tengamos esa sensación.

Pues bien, esos índices de inseguridad ocasionados por la delincuencia y la violencia, son tenidos en cuenta para calificar o medir la competitividad de un territorio.

América Latina
Joven guatemalteco. Fotografía tomada de www.eltiempo.com

Según estadísticas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentadas en el Foro Internacional de Seguridad Ciudadana 2014 en Barranquilla, Colombia, más de 15% del Producto Interno Bruto (PIB) de una nación se puede afectar por la violencia.

“Los países tienen que destinar muchos recursos a todos los problemas de salud producto de la violencia”, dice el epidemiólogo e investigador del Banco Mundial Andrés Villaveces y cita el caso de Brasil: “Lo que invierte en vacunación, se acaba en recursos de salud destinados a atender la violencia”.  Eso se relaciona con la competitividad.

Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña han hecho estudios sobre los costos directos de lo que el sistema de salud invierte en un sobreviviente de la violencia. En Estados Unidos son billones de dólares. Pero hay unos costos, los indirectos, que son muy difíciles de calcular.  En esta categoría entran: pérdida de oportunidad laboral, rehabilitación (que en muchos casos es asumida por la familia), abandono de las escuelas y la pérdida de ingresos, entre otros.

En América Latina, son los jóvenes y las mujeres, los grupos sociales más afectados por la violencia.  De hecho, esta región registra la tasa de criminalidad juvenil más alta a nivel mundial.

Hay que agarrar al toro por los cachos

Estudios indican que los hijos de mujeres víctimas de violencia nacen con bajo peso y requieren de mayor atención en salud, los jóvenes que van a las cárceles por participar en actos delictivos dejan de estudiar y hay menos gente educada, los inmuebles ubicados en zonas inseguras pierden su valor, los inversionistas le huyen a ciudades con altos niveles de delincuencia y se pierden grandes oportunidades de negocios.

Por el bienestar de la población en general es necesario trabajar en prevención y es importante que se compartan experiencias. Así lo están haciendo los gobiernos de ciudades como Boston (USA) y Bogotá (Colombia).

La Comisionada de Salud de Boston, Bárbara Ferrer dice que la prevención de la violencia y el crimen no es cuestión de un programa o enfoque específico. Sin embargo, es necesario identificar las causas, las zonas de alta vulnerabilidad social y diseñar políticas muy específicas. Lo importante, asegura, es que “todos participemos en forjar oportunidades que promuevan el bienestar y la cultura de paz”.

De lo que vivimos a diario, sin ser expertos y sin hacer muchos estudios, tenemos claro que los gobiernos le restarían mucho terreno a la violencia si la educación, el empleo, el deporte y la cultura dejan de ser programas de papel y se ejecutan. De paso tendríamos poblaciones con mejor calidad de vida y países más atractivos para inversionistas.


Consultas

2.       Conferencias sobre desarrollo y competitividad en América Latina y el Caribe colombiano del Foro Internacional de Seguridad Ciudadana. Barranquilla, septiembre 26 de 2014.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Pateando el sonido

Rafael Ortíz Ariza, Director del Programa del Menor Discapacitado Visual en el Distrito de Barranquilla cuando iniciaba su charla ante estudiantes de medicina de la Universidad Libre de Barranquilla

No estaba segura cómo empezar a escribir este post, hasta que escuché: “Nosotros no pateamos el balón, pateamos el sonido”.

La frase es del médico pediatra Rafael Ortíz Ariza, gran amigo, casi hermano, quien frente a un auditorio repleto de estudiantes de medicina, contaba su experiencia como director del Programa del Menor Discapacitado Visual en el Distrito de Barranquilla.

En ese momento hablaba de las diferentes actividades que pueden hacer las personas que han perdido la visión y mencionó que en un partido de fútbol de discapacitados visuales los únicos que ven son el árbitro y los porteros.  Explicó que el balón de fútbol tiene sonido para que los chicos puedan escucharlo y por eso terminó diciendo en tono jocoso: “No pateamos el balón, realmente pateamos el sonido”.

El programa distrital responde a la necesidad de habilitación y rehabilitación de dos grupos de discapacitados: ciegos y de baja visión. La persona ciega no percibe ningún tipo de luz. Quien tiene baja visión es la persona que después de algún tipo de tratamiento o ayuda óptica, sigue teniendo la deficiencia.

La Convención sobre los derechos del niño, de las Naciones Unidas (1), fue aprobada como tratado internacional en 1989, después de diez años de estudio. En su artículo 23 dice: “Los Estados partes reconocen que el niño física y mentalmente impedido deberá disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad”.

El tratado también se refiere a la atención, gratuita si es necesario, en materia de salud; al cuidado especial que merecen; a que el Estado asegure que todos los sectores de la sociedad, pero especialmente los padres y la familia, conozcan los principios básicos de la salud y nutrición de los niños que tienen alguna discapacidad.

En esta Convención está basado el programa que dirige Rafael Ortíz, quien explica que los alcances van más allá de la atención básica en salud. La idea es, le decía a los jóvenes estudiantes de medicina que lo escuchaban, que haya una atención integral: Mejorar la calidad de vida de los menores, facilitar su adaptación a la sociedad y evitar el aislamiento, que es común en muchas familias y comunidades.

El programa cuenta con profesionales en sicología, odontología, oftalmología, terapia física, terapia ocupacional y una de las más importantes, la tiflología (2). Además de vincular más a la sociedad, requiere del compromiso de los gobernantes en aspectos como la infraestructura de las ciudades, que deben planearse de acuerdo a las necesidades de los discapacitados en general.

Mientras unos hacen un gran esfuerzo por dar la mano a niños, jóvenes y adultos con discapacidad visual, nos enfrentamos a una sociedad que aún no está del todo sensibilizada.  A lo mejor porque hace falta mucha información, pero hay que empezar.

"La comunidad forma parte de la rehabilitación del discapacitado visual": Rafael Ortíz Ariza, médico pediatra.

Por eso es importante apoyar eventos que promuevan el cuidado de la salud de los ojos y eviten los riesgos de ceguera.  Ese es el propósito del Día Mundial de la Visión, que este año se celebra el 9 de Octubre. (Ver afiche al final de esta nota).

“Siempre adelante, siempre avanzando… siempre” es el lema del programa para discapacitados visuales y su director es el mejor ejemplo de lo que se puede lograr. Perdió la vista hace más de cinco años y eso no ha sido impedimento para que siga enseñando (es docente de la Universidad Libre de Barranquilla), atienda a sus pacientes y promueve un mejor trato a la comunidad discapacitada visual. Solo hay que verlo frente al público, haciendo uso de todas las ayudas tecnológicas que tiene a la mano, para comprobar que los obstáculos están solo en la mente de la gente y de quienes viendo, no quieren ver.



1.     Convención sobre los derechos del niño. Naciones Unidas. http://www.unicef.org/honduras/CDN_06.pdf
2.     Tiflología: Se define como la ciencia encargada de rehabilitar las personas con discapacidad visual. Su función es enseñar las habilidades para la vida diaria, orientación y movilidad,  uso del bastón de Hoover, manejo de la pizarra de braile, uso de los lectores de pantalla en los computadores. Tomado del proyecto “Programa del niño, niña y adolescente discapacitado visual. IPS Universitaria. Servicios Ambulatorios. Paso Las Palmas. Barranquilla 2014”

Afiche del Día Mundial de la Visión, que promueve el cuidado de los ojos