miércoles, 31 de agosto de 2016

MÁS TIEMPO CON LA FAMILIA

¿Qué tal este invento? ¿El cuento es no salir de la oficina? Fotografía tomada de la página Outgrow.me


4:00 am y ya me había despertado, pero decidí cerrar los ojos para no perder la costumbre de “otros minuticos más” en la cama, cuando abrieron la puerta de mi cuarto.  Era mi mamá. Sonrió y me dijo: "Vine a que me vieras".  Me dio risa y le dije:  "Ay mami y por qué dices eso?".  “Es que no quiero que se te olvide mi cara”, respondió.

Me dio mucha tristeza escuchar a mi mamá decir eso.  Trabajaba en la Alcaldía de Barranquilla y fue la época de los damnificados por el invierno.  Salía muy temprano de la casa (mi mamá estaba dormida), compartía unos minutos con mi papá quien también era madrugador y solo regresaba hasta la noche.  Normalmente también me recibía mi papá, quien siempre estaba pegado al televisor.  Mi mamá ya estaba dormida y me acercaba a darle un beso en la frente.

Cuando uno está joven no mide las consecuencias del exceso de trabajo y solo piensa en ser responsable y cumplir con las metas propuestas. Disfrutaba mi trabajo realmente. Lo hacía con amor, pero no estaba pensando en los momentos que perdía al no compartir con mi familia. 

Ya me había pasado cuando trabajé en televisión.  Salía a las 6:30 am para el RADAR, el noticiero de radio que dirige mi hermano Luis Emilio, desayunábamos juntos al terminar y luego me iba para el noticiero de televisión.  Allí estaba todo el día y llegaba a casa a las 10:30 pm u 11:00 pm.  Encontraba a mi novio dormido y yo era quien lo visitaba (vivíamos cerca), porque a él le daba pena esperar en mi casa hasta esa hora.  Luego me acompañaba hasta mi casa.

Cuando volví a trabajar en televisión, ocurrió lo mismo.  Me perdía muchas reuniones familiares (o llegaba tarde), trabajaba fines de semana, festivos y hasta altas horas de la noche.  Cuando me encontraba con algunos amigos me decían: Le preguntamos a tu hermano por ti y dijo:  “Vayan a buscarla a la oficina. Nada más le falta llevarse la cama”.

No aprendí ni siquiera porque sabía la historia de mi papá cuando mi hermano mayor no había cumplido el año de nacido.  Trabajaba tanto que mi hermano no quería que lo cargara y se ponía a llorar, porque es que prácticamente no lo conocía!  Lo dejaba dormido en las mañanas y lo encontraba dormido en las noches.  Por esa razón decidió montar un negocio en la casa.  Qué decisión tan sabia la de mi papá.

A estas alturas de mi vida, vivo las consecuencias del estrés al que me enfrenté, de excederme en horas de trabajo, de dormir poco, alimentarme con lo que encontrara en el camino y en el horario que sea y de no reposar los malestares (que son el grito del cuerpo pidiendo descanso).

No cometan mis errores.  Se pagan caro.