miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Un mal necesario?

Redes sociales y aplicaciones gratuitas de comunicación no deben deteriorar las relaciones. Por el contrario son nuestras mejores aliadas, si las usamos de manera correcta. 

Encendí el celular apenas me desperté y se activó un concierto de notificaciones. Cuatro sonidos diferentes: El chat de WhatsApp de un amigo especial, el de mi grupo de compañeras de colegio, mensajes de Facebook y Twitter.  Como apenas eran las 4:30 am, corrí a bajar el volumen del dispositivo, pensando en que alguien pudiera despertarse innecesariamente.

Eran mensajes para compartir frases bonitas, recordar una reunión pendiente, desear buenas noches o simplemente un post en el perfil de un contacto en la redes.

Me llamó la atención el mensaje de un amigo. Palabras más, palabras menos, decía así:
-      Hoooooolaaaaaaa (9:30 pm)
-      Heeeeeeyyyyyy (9:32 pm)
-      Sé que estás conectada porque acabas de publicar un mensaje por aquí (9:36 pm)
-      Por qué será que nunca tengo suerte contigo? O es que no quieres conversar conmigo? (9:50 pm)
-      Bueno, responde cuando quieras. Que tengas buenas noches (10:00 pm)

Confesión: Mi primera reacción fue de molestia, porque el mensaje de las 10:00 pm ya sonaba a reclamo.  Sin embargo, decidí cogerla suave y a las 4:45 am me encontré enviándole un mensaje así:

-      Buenos días, cómo estás? Espero que muy bien.  Son las 4:45 am y acabo de leer tu mensaje.  Seguramente escribiste en el momento en que desconecté computador y celular. Voy a caminar y llegaré con el tiempo justo para bañarme, cambiarme y salir. Hablamos más tarde.  Que tengas un hermoso día.

Volví a revisar el celular como a las 8:00 am y mi amigo ya había escrito. Me dijo que si yo creía que no dormía, como para que le hubiera escrito en la madrugada, que dudaba mucho que “precisamente me había desconectado en el momento que me escribió”… y otras tonterías más.

Tomé una decisión drástica: Lo saqué de mi lista de contactos.  No era la primera vez que hacía comentarios así medio “reclamones” y me di cuenta que es una persona que realmente no prestaba atención a nuestras conversaciones.   Si así hubiera sido, habría caído en cuenta que me estaba acostando más temprano precisamente porque caminaba bien temprano en la mañana.  Además, el mensaje que había visto recién publicado la noche anterior en mi perfil decía: “Hora de irse a dormir. #MeFuiiiii”. No estaba claro?

A mí también me ha pasado que escribo a alguien en varias ocasiones y no obtengo respuesta… nunca.  Entonces incluyo a esa persona en la “limpieza” de contactos que hago regularmente.  Pero aclaro que nunca reclamo y mucho menos exijo que me respondan, sencillamente elimino de la lista y con seguridad ni cuenta se dan, porque a lo mejor son personas que abrieron sus perfiles en redes por estar a la moda, pero no les interesa o no tienen tiempo para ello.

En fin, todo este cuento para hacer la siguiente reflexión: No sé si sea correcto eso de que las redes sociales y las aplicaciones gratuitas de comunicación son un “mal necesario”.  Debemos reconocer sus bondades, que nos permiten mantener contacto con amigos que viven lejos, expresar nuestras opiniones, o escribir las tonterías que nos dé la gana, facilitan la comunicación laboral y en el mejor de los casos, se aprovecha mejor el tiempo.  Pero, por favor, que no se conviertan en una presión social ni laboral. 

Tenemos que ser respetuosos del tiempo y disponibilidad de los demás, no olvidar además que como en cualquier tipo de comunicación el respeto y la consideración son importantes.


Hagamos un equilibrio, es de personas sensatas e inteligentes.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Con mis "primos" de la India en NY: Un trabajo divertido


De izquierda a derecha: Vinod Kunod, Robert Locascio y  Bharst Pattel, compañeros de trabajo en Unisource Logistics. Jericho, New York


No puedo negar que el corazón latía como un tambor cuando abrí la puerta de Unisource Logistics, pues no sabía qué me esperaba.

Hacía una semana había renunciado al trabajo que tenía porque sentía que no era el lugar donde debía estar. Además, necesitaba tiempo para estudiar, solo podía hacerlo los sábados y mi jefe quería que también fuera a trabajar los sábados, aunque ese no había sido el acuerdo inicial.

Saqué cuentas, cerré los ojos y tomé la decisión de irme, aunque no tuviera un nuevo trabajo, porque el que tenía no me daba tiempo para buscar uno mejor. Quería además un trabajo que no me generara mucho estrés (cosa difícil, pero posible).

Me volví experta en hurgar los clasificados de los periódicos locales en New York. En un periódico local en inglés, apareció un aviso en español en el que decían que necesitaban una persona que fuera muy rápida en digitación, con buenas relaciones personales. Lo que más me gustó es que decían que uno podía elegir el horario de trabajo.

Llamé y me encontré con que nadie hablaba español y el chico que contestó me dijo que me pasaría a su supervisor.  Fue cuando conocí a Vinod Kunod y le dije de entrada: Soy la persona que necesitan, porque digito rápido, pero no quiero contestar teléfonos!  Soltó la risa y dijo que no me preocupara, que no lo haría.  Me citó para las 9:00 am del día siguiente, con resume (1) listo.

Y ahora regreso al principio de la historia.

Abrí la puerta de esa oficina y dije: Good Morning! Voltearon cinco hombres y en la cara de tres, que inmediatamente identifiqué como oriundos de la India, vi esa expresión que ya había observado muchas veces desde la primera vez que fui a Estados Unidos: “Ahhh, llegó una de las nuestras”.

En tono medio jocoso les dije: “Lo siento, soy colombiana”.  Por supuesto rieron mucho y me dijeron que parecía de su país.  Claro, cabello negro largo, cejas bien pobladas, las ojeras de mis primitos los ositos panda y trigueñita como ellos. 

Apareció Vinod, quien me dijo que podía llamarlo VK (VíKey), revisó mi hoja de vida y me dijo que me atendería Sam, el dueño de la firma.  Sam revisó mi hoja de vida y me dijo que pasara. Me saludó muy  amablemente (Parecía primo mío: Gordito, trigueño, ojeroso y pelinegro). Fue directamente al grano y me dijo: Si es verdad que tienes la velocidad que dice aquí en tu hoja de vida y que trabajas bien bajo presión, te contrato enseguida.

Présteme un computador, le dije. Me senté, me entregó unos documentos y no tenía cinco minutos tecleando cuando me dijo: Te quedas.

Yo era veloz digitando letras, pero no números y allí se usaba más el teclado numérico.  Pero en dos semanas adquirí una velocidad que aún me parece mentira.

Ese es el trabajo más divertido que he tenido en toda mi vida.  Era lo que llamamos en la Costa, bien mogollo (2). Como me dejaron escoger el horario, empecé en las mañanas.  Cuando me inscribí en la escuela me pasé para la tarde.  Aprendí muchísimo y ahí fue donde solté la lengua con el inglés, porque el único que hablaba español era el chico que llegaba a hacer la limpieza (y como esa era la limpieza más rápida del mundo, conversábamos poquito).

Lo malo fue cuando a VK y a un chico les entró la ventolera (3) de que les enseñara español. Me llevó varias semanas quitármelos de encima, porque yo lo que menos quería era hablar español en la oficina, pues esas horas allí eran algo así como mi curso intensivo personal de inglés.

Antes de terminar, algo curioso.  Ese es el único trabajo en el que los dueños de la empresa se preocupan de verdad por la salud de sus empleados.  Me observaron una semana y se dieron cuenta que tomaba poca agua y me preguntaron por qué.  Respondí: Para evitar ir muchas veces al baño.  Entonces me dijeron: Puede tomar todos los litros de agua que desee y puede ir al baño todo lo que necesite.  Hágalo por su salud.

(1)         Resume: curriculum, hoja de vida.
(2)         Bien mogollo (expresión popular): Algo muy fácil de hacer.

(3)         Ventolera (expresión popular): Cuando a alguien se le antoja hacer algo y quiere que sea rápido.

viernes, 6 de febrero de 2015

"Yo te bautizo en el nombre del Padre..."

Creo que lo iban a bautizar Ismael y hubo un error.  No sé si esto es verdad, porque se ve mayorcito como para que el "email" estuviera tan popularizado, pero no está muy lejos de que pueda ocurrir. Fotografía tomada de Taringa

Lo de los nombres extraños es un tema que ronda mi cabeza hace mucho tiempo y siempre dudo en escribir por temor a que alguien se incomode o sienta que lo estoy ofendiendo.

Hay gente que tiene nombres rarísimos, que resultan extraños para unos y feos para otros, pero “sus dueños” se sienten bien con el nombre que eligieron sus padres.  Es decir, ya le dieron algo así como personalidad. Duro es cuando nunca gusta y terminan dejándolo para evitar los trámites de cambio de nombre.

Y es que con eso de que solo hasta los 18 años, por lo menos en Colombia, es cuando una persona tiene la libertad de cambiarse el nombre, es mucho lo que ha tenido que “sufrir”, si es que no le gusta, y muchos han sido objeto de burla constante.

Al final voy a dejar una lista de nombres que me sorprendieron cuando los escuché o leí por primera vez.

Por ahora, contaré dos anécdotas. Aquí va la primera:
Contesto el teléfono de la oficina y una señora pregunta por mi jefe. Le digo:
-      No sé si se encuentra en su oficina y ya voy a averiguar, pero… quién le llama, por favor?
-      África.
-      Un momento por favor. (El teléfono de la oficina de mi jefe estaba ocupado, pero era fácil pegar un gritico del primer piso donde yo estaba, al mezzanine de su oficina) Grité: Llaman a Tony!
-      Quién es (preguntó su asistente)
-      Un continente (medio gritadito)
Ella se asomó por una ventanita, me abrió los ojos y me dijo: Ya le aviso.
Por supuesto supe que me la había embarrado. Al ratico bajó su asistente y me dijo:
-      Ella es su mamá

Bueno, quedé curada y por supuesto el día que escuché hablar de Argentina, no dije .

Y la segunda anécdota no es tan graciosa, pero sí sorprende el nombre.

La protagonista se llama Quisqueya La Bella.  Sí, así y no es broma.

Era la mamá de un paciente en un consultorio en el que trabajé.

Por lo menos, bonita si era la chica. Pero carajo, llamarla Quisqueya?
No me aguanté las ganas y le pregunté cómo se sentía con su nombre.
Ella me dijo que ya estaba acostumbrada y que eso era común en su tierra: Un campo de República Dominicana.

Me comentó que solo supo que su nombre no era común hasta que salió de su país, cuando tenía apenas como unos quince años.

Quienes no conocieron y no conocen internet, están perdonados (por aquello de que el mundo entero no sabrá del nombre raro), pero con la globalización actual, ya no se vale que los padres no tengan consideración al momento de escoger los nombres de sus hijos.  Es que eso es para toda la vida! 

Algunos de la listica:

Jetzekewill (Está formado con las primeras sílabas de los nombres de familiares)
Jetzkomar (Hermanito de Jetzekewill)
Pericle (Así, sin “s” al final. De cariño le decían periclito)
Mejiah (Tomaron como base el apellido Mejía, le agregaron la “h” y en inglés lo pronuncian Meyaya)
Usnavy (US NAVY es Marina de los Estados Unidos de América)
María José (No es un nombre raro, pero es un hombre… no una mujer)
Traspulicio
Yoxander
Yoxder
Sable (El papá es fanático de vehículos y escogió esa marca para su hija)

Nadleska, Nadhiesky y Nadiuska (son hermanas)


Tecnostress... que no nos robe la alegría


Un alto en la jornada laboral no es sinónimo de pereza, es sencillamente una acción saludable.


Dolor de cabeza, en el cuello y la espalda, un extraño cansancio… y no sabemos por qué nos sentimos así.  Si vamos al médico, nos ordenarán muchos exámenes para identificar el origen del malestar, pero antes de ir (visita que puede resultar tensionante) vamos a revisar cómo son nuestros días de trabajo, pues puede ser que el ya famoso stress quiera ocupar un lugar “especial” en nuestra vida.

“El stress no es más que la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un sujeto, que busca adaptarse y reajustarse a presiones tanto internas como externas” (1). Y mucho cuidado con un detalle: En muchos casos la anticipación y la imaginación de situaciones, pueden desencadenar la reacción del stress… así que nada de “armarse películas” en la cabeza!

Un día de estos vamos a mirar lo que nos cuesta el stress, no solo en dinero, sino en relaciones personales.  Por ahora, les dejo una nota breve sobre eltecnostress,  tomada del libro Stress, de Ediciones Roche, Suiza:

El término recientemente creado de tecnostress  designa el resultado directo del trabajo efectuado en un medio ambiente de tecnología avanzada.

En un principio, se creía que la tecnología reduciría a la mitad el tiempo consagrado al trabajo y que la ganancia de tiempo realizada de este modo podría servir para el tiempo libre.  En lugar de ello, el trabajo se volvió más denso, los plazos más cortos, las expectativas más altas,  a la vez que los contactos humanos y la comunicación se volvieron más escasos.

En comparación con cualquier otro grupo profesional, los empleados de oficina que trabajan con computadoras presentan el nivel más alto de quejas ligadas al stress.  El cansancio ocular, los dolores dorsales y de cabeza, la tensión, la ansiedad y una disminución de la agilidad mental son algunos de los trastornos que con mayor frecuencia afectan a estas personas.

El impacto del stress puede medirse en las personas que trabajan con terminales de computadoras: estos sujetos generalmente presentan niveles elevados y constantes de hormonas del stress.

Algo tan sencillo como usar la respiración como terapia de relajación puede hacer una gran diferencia en nuestro día laboral. Por eso comparto este enlace que enseña una técnica para dormir rápido y también puede servir en momentos de mucha tensión: 

http://modoeficaz.com/la-tecnica-4-7-8-para-quedarte-dormido-en-1-minuto/



(1)    Stress. Ediciones Roche, Basel, Switzerland. Textos de Mina Michal.

La vida es una paleta de colores


Encontré esta fotografía en mi archivo, pero no recuerdo el origen.  Gracias al fotógrafo desconocido.  Titulé su obra "Los colores del amor"
Siempre me divierto mucho con el tema de los colores para hombres y mujeres. Para ellos solo existen: blanco, negro, amarillo, azul y rojo.  Lo básico.

Para nosotras las mujeres, la cosa es más “variada”: Lo básico y todas sus combinaciones. Por eso a la hora de preguntar por los colores de preferencia, aparecen: fucsia, burgundi, azul turquesa, amarillo pollito (y pensar que hay pollitos más amarillos que otros), blanco perlado, rosa vieja, blanco hueso y hasta negro noche.  Sobre este último siempre me asalta la curiosidad si alguien se inventará o si ya existe el “negro día”.

Y entonces me pongo a pensar que así como vemos los colores, hombres y mujeres, vemos la vida.

Los hombres son muy prácticos a la hora de tomar decisiones y se dejan influenciar por aspectos que, a la hora de la verdad, son básicos. Si van a comprar un carro, claro que piensan en el color, pero primero revisan si es de buena calidad, si los repuestos no son tan costosos y si está al alcance del presupuesto.  Por supuesto, tienen en cuenta el uso que le darán (si es para uso personal o negocio).

Es posible que hace unas décadas atrás las mujeres, al comprar un vehículo, nos dejáramos llevar por la intuición y el amor a primera vista: “cuando vi ese carro, supe que sería mío”.  Las cosas han cambiado porque producimos dinero a la par del hombre y porque jugamos un rol diferente en la sociedad: liderazgo, ejecutivo y de negocios.  Ahora consideramos más el tema “costo-beneficio” y si resulta práctica la adquisición del vehículo. Sin embargo, el tema del “amor a primera vista” por el objeto a comprar (zapatos, bolso, accesorios…), persiste.

Las mujeres somos indiscutiblemente detallistas y por eso tan románticas, pero a su vez podemos terminar complicándonos más la vida (Y vienen a mi mente esos comentarios jocosos de que somos tan difíciles que si aparece nuestro príncipe azul, entonces se nos ocurre decir que no es el tono de azul que esperábamos).

No quiero ser tan práctica que olvide los detalles, ni tan romántica y “enamorada” que pierda la perspectiva de la realidad. Por eso siempre intento (que conste… intento) buscar el equilibrio para no lamentarlo después. Siento que lo importante es mirar el arco iris de la vida y darle a cada situación el color que se merece sin que nos vayamos al extremo tragicómico o al indiferente. 


Somos seres especiales, hombres y mujeres, y juntos hacemos un buen equipo, logramos una linda paleta de colores.

jueves, 5 de febrero de 2015

"La madre pa´l que no se ría"

Alrededor de un partido de dominó se dan las conversaciones más espontáneas en Barranquilla. Creo que disfruto más los comentarios que hacen jugadores y espectadores, que el juego mismo.  Foto tomada de internet.

Si hay algo que me encanta de Barranquilla, mi ciudad de origen, es el lenguaje coloquial. Y no solo por lo gracioso, sino porque es lo más cercano a la sinceridad popular.

Si uno está conversando con alguien y le sale, sin pensar mucho, una frase como estas que leerán abajo, no lo duden, salió del corazón:

Como mosca en leche
Ni pa´allá vo a mirá
Mandan hígado!
No estás ni tibio
Patitas pa´qué te tengo
Si te vi, no te conozco
Más resbaloso que jabón en agua honda
Uy, qué tipo tan lentejo!
Qué ladilla!
Salió pajarilla!

En algunas ocasiones nos pasamos de maraca (esa es otra frase), cuando de burla se trata. En mi época de universitaria, cuando un compañero tardaba en entender la explicación del profesor, más de dos comentábamos bajito: “Uy, es mente e´pollo, para no decir la palabra más grosera. En mi adolescencia le decían en tono burlón: “Eres un coco”. Para los barranquilleros una persona coco es una persona inteligente, pero no faltó el gracioso que le cambió el sentido y terminó popularizando lo de: “Inteligente? No.  Es un coco porque es cerrado por dentro y por fuera”.  Ahora dicen en un tono sarcástico y burlón, cuando alguien mete las de caminar: “Ay oyeeeee, esa platica se perdió... ya saben, por decir que estudió en balde.

En mi familia heredamos la mamadera de gallo  y el doble sentido permanente, de mi madre.  Mi hermano Gerardo tiene una gracia innata que hasta en los momentos más duros nos hace reír.  También son graciosos y usan muchas frases populares mi primo Yudex Alí, quien tiene varios años radicado en Estados Unidos y no ha perdido su modo barranquillero para hablar y ni qué decir de mi amigo William Zapata, quien también vive hace muchos años en New Jersey.

Recuerdo una ocasión en la que William nos visitó en Barranquilla.  Venía de hablar con un amigo nuestro, quien tenía poco tiempo de casado con una chica muy linda. Y le pregunto: “William, y ya hablaste con fulanito?”.  Me dijo: “Sí, estuve un rato largo en su casa”.  Y le digo: “Fulanita (la esposa de nuestro amigo) es chévere verdad?”.  Y me dice: “Sí, pa qué… muy atenta, chévere.  Está bonita, pero nojodaaaa, tiene los pies como jagüey en verano”.   En ese momento le dije: “Ay, no seas así, ella es bien linda”.  Él solo dijo: “Yo sé, yo sé, pero barro ese descuido”. Creo que duramos como dos semanas riéndonos de su comentario.

Frases y palabras que nos identifican, que saboreamos al expresar, que nos encanta pronunciar con esa entonación marcada y extendida del sonido de las letras.  Carajo, a veces nos relajamos tanto, que mientras hablamos nos toca “traducir” al interlocutor.  Me ocurrió hace pocos días que me vi con un amigo del interior del país.  Primero, lo hice sufrir y le hablé sin dar muchas explicaciones.  Noté que no me entendía porque su hermosa carita, porque está lindo el “condenado”, se enrojecía y los ojos empezaban a moverse rápido. Al rato ya me condolí de él y le expliqué cada frase y él empezó a disfrutar y a reír con cada ocurrencia mía.

El que sí me dejó viendo un chispero hace poco fue Luis Emilio, mi hermano mayor.  Estábamos en Washington con un grupo de periodistas latinoamericanos que cubren la Asamblea del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y lo estuve observando.  Habla allá, como si estuviera aquí en Barranquilla, y esos pobres – todos – mirándose las caras tratando de comprender lo que decía.  Yo no sé si alguno por ahí le diría mentalmente “Pinche hijo de su madre” (esto no tengo que explicar qué significa) o se irían a buscar corriendo un “mataburros” (diccionario para los peruanos) a ver si entendían algo.  En todo caso, él no explica ná.


Aquí les dejo ese enlace sobre el lenguaje espontáneo, que se caracteriza más por la oralidad: http://www.materialesdelengua.org/LENGUA/comunicacion/variedades_lengua/lenguacoloquial.htm