miércoles, 10 de junio de 2015

PA´L "CUENTO"... NO HAY HORARIO, NI FECHA EN EL CALENDARIO

Busqué un lugar cómodo en el que pudiera hacer unas anotaciones en mi agenda.  De pronto me empezó a llamar la atención una conversación en la que discutían el uso del término “lideresa” y levanté la mirada con disimulo.  Eran cuatro señores, el menor podría tener unos 75 años. 

La conversación solo era interrumpida por el paso de alguna chica, que lograba distraerlos por completo.

Intenté que ellos no me distrajeran a mí, porque de verdad necesitaba revisar mi agenda y ser cuidadosa en cumplirla o el día no me rendiría.
Con el rabito del ojo lograba percibir los movimientos de ellos (solo veía bien sus piernas y las sillas giratorias en las que estaban sentados).

De pronto escuché una voz femenina y levanté por completo mi cabeza.  Era una chica bastante joven que se ve que los conoce muy bien y se unió a la discusión del uso de lideresa. Solo uno de ellos decía que la palabra sí existía.  Otro aseguró que no y los otros dos (los mayores) andaban en otro cuento porque no volvieron a referirse al tema.

Me di cuenta que la chica los conocía porque les habló con confianza, no recuerdo si los saludó de beso, y porque además ella no logró distraerlos por completo, a pesar de su juventud y belleza.

Volví a mi agenda, llamé a mi hermano Luis para confirmar algo que teníamos pendiente y mientras conversaba con él, observé que uno de los dos que andaba en otro cuento, quien se había alejado del grupo, regresaba a la mesa con una sonrisota y carita de picardía.  Alcancé a oír cuando dijo: “Ya vieron a la chica que está en Dunkin Donuts?”.  Todos respondieron que no. “Uy está bien bonita, dijo”.

Me causó mucha gracia la escena.  Es que su expresión fue como la de un pelao de 18 años.  Y me dije: “Ajá y por qué no? Tiene derecho a emocionarse”.

Les juro que intentaba concentrarme en la agenda, cuando de pronto veo al mayor de todos hacer un giro de 360 grados sobre la silla en la que estaba sentado. Entonces me di cuenta que él no estaba ahí para conversar con sus amigos, él estaba ahí para recrear su vista! Una cosa es lo que les pueda describir y otra observar la expresión de su rostro cada vez que aparecía una mujer joven en la pasarela de ese centro comercial.
El señor ignoraba por completo todo comentario de sus amigos, quienes ya estaban hablando de política, y hacía su giro sobre la silla, se le iluminaba el rostro y desplegaba una enorme sonrisa en sus labios al paso de la modelo de turno. Cómo disfrutaba esos segundos!

Sonreí y tomé una foto de las piernas del grupo sin que se dieran cuenta.

Terminé de hacer mis apuntes, revisé un correo electrónico en el celular y me olvidé de la posibilidad de avanzar algo en la lectura de mi libro de metodología de la investigación, que ahora vive conmigo todo el tiempo.

Recogí todo de la mesa, me levanté y solo avancé dos pasos cuando el señor mayor se dirigió a mí como si fuera mi amigo.  Se dio este diálogo:
-      Ah, pero te vas!
-      Sí, señor, ya me debo ir.
-      Ay qué pesar! Tú eres paisana mía? (Había olvidado contar que este señor tiene la nariz como la de mi papá y un poquitín de ojeras… o sea, cara de turco, como decimos popularmente)
-      Quién sabe si seremos paisanos, nuestras narices se parecen.
-      De dónde es tu familia?
-      Mi papá de Ciénaga y mi mamá de aquí de Barranquilla.
-      Tu y yo parecemos familia.
Sonreí y me despedí de todos.  El señor me detuvo por la muñeca y me preguntó:
-      Qué haces, cómo te llamas?
-      Mabel Rada, soy comunicadora social.
-      Aaahhhhh, periodista! Qué pesar que te tengas que ir!
-      Así es y con permiso me retiro. Que tengan un lindo día y se diviertan.

No tengo duda de que ya se estaban divirtiendo. Yo también me divertí con la escena y me hubiera quedado allí, de no ser porque a la mesa de al lado llegó uno, también mayorcito, pero no tanto como los otros, dijo buenos días y fue tirando lance de una!


Ahí si dije: “No señor, ésta se va de aquí ya!”
No sé quienes son los señores, por eso no publico sus rostros.  Espero no meterme en un lío (ji).  De los cuatro, dos eran delgados y tres tenían pintas de pelao: Camisetas juveniles, zapatos modernos, jean o pantalón de drill y bieeeeen perfumados! En todo caso, eran respetuosos.

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