Este meme me lo robé de Facebook y no sé quién es el autor, pero con permisito. |
Tenemos que adaptarnos a las nuevas formas de
comunicación, sin que eso signifique la pérdida de las normas generales de
educación (saludar, despedirse, utilizar el vocabulario adecuado a las
circunstancias, por ejemplo) y el respeto por el tiempo de los demás, aunque estemos utilizando las redes sociales
No es lo mismo escuchar la voz que leer un texto,
porque el tono de la voz cambia por completo una frase que, escrita, pudiera
“sentirse” fría, seca o hiriente. Además
de las palabras que puedan interpretarse de forma errónea, está el tema de la
visualización de los mensajes y el tiempo de respuesta. Y voy con un ejemplo:
Voy manejando y empiezo a escuchar notificaciones en mi
celular. Las distingo con solo escucharlas porque les tengo sonidos diferentes,
dependiendo de cada aplicación, y además, sé cuando me llama una persona en
especial porque les asigno ring tones a algunos contactos. Eso me ayuda a evitar la tentación de correr
a revisar el celular para saber quién está llamando o escribiendo.
Pero bueno, no falta el momento en el que al parar en
un semáforo, miro el celular y logro abrir WhatsApp, por ejemplo. Y ahí viene el lío. Abro la aplicación y alcanzo a ver el nombre
de quien envió el mensaje, pero no lo leo, porque no me da tiempo de hacerlo. Sin embargo, la aplicación le notifica al
remitente que yo “leí” el mensaje, cuando realmente solo abrí.
El semáforo cambia a verde y sigo manejando, llego a mi
primer destino: Un banco. No puedo usar
celular, colas largas, atención lenta, pasa una hora y más, salgo corriendo, me
encuentro con un tráfico pesado y llego a mi segundo destino: Una reunión en la
que piden “encarecidamente” que dejemos los celulares a un lado y nos concentremos. Listo, el celular se queda en el bolso hasta
nueva orden, que puede ser una hora o más.
Llega el medio día y aterrizo en casa de mi tía a
almorzar, me pongo a conversar con ella, y como si nosotras fuéramos dispositivos
android, empezamos a “actualizarnos”
sobre los últimos acontecimientos familiares.
Y el celular en el bolso.
Almuerzo, decido revisar mensajes de WhatsApp y encuentro algunos como
estos:
1.
“Mabeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeel,
contestaaaaaaaaaaaaa por favor, es URGENTE”
2.
“Oye, ¿por qué no me quieres hablar? Ya sé que leíste mi mensaje? ¿Estás molesta?
3.
“Ajá y con quién hablas que no me puedes
dedicar dos minutos siquiera para saludar?”
4.
“Y qué, tan ocupada que ni para decir
“hola”?
La verdad, me provoca tenerlos enfrente y echarles tres
vainazos, especialmente a quien escribió que era “urgente”. Si hubiera sido urgente, segurito que me
hubiera marcado al celular y no estaría insistiendo por una aplicación que
fácilmente puede quedar fuera de servicio si hay mala señal o se agotan los
datos.
He faltado a esto una que otra vez, pero por lo general
no reviso el celular mientras manejo. Es
peligroso. En ocasiones uso el manos libres para atender llamadas, pero
para mí no resulta totalmente cómodo ni seguro.
Cuando estoy atendiendo a una persona, por trabajo o
por encuentro social, tampoco acostumbro tener el celular al lado todo el
tiempo. Es que el “face to face” es más importante que las redes sociales.
No sé a ustedes, pero a mí me gusta desayunar,
almorzar, cenar, tomarme un café y disfrutar ese momento. El celular es un enemigo de los momentos
importantes de la vida (no siempre, estoy exagerando)
Así que vamos a bajarle la presión al cuento. Vamos a darle a cada uno su tiempo. Vamos a
valorar cada situación en su justa medida y dejemos de armar paquitos mentales, porque lo único que
quedan son sinsabores.
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