domingo, 13 de marzo de 2016

¿De quién es este niño?

Y algunos padres no saben cómo manejar los berrinches pataletas de sus hijos. Pueden corregirlos sin necesidad de maltratarlos, pero ante todo, deben mantenerse alertas sobre el comportamiento de los pequeños y responsabilizarse de sus actos.


Unos amigos y compañeros de trabajo me invitaron a cenar.  Ya habían pasado dos semanas después de mi cumpleaños, pero habíamos tenido tanto trajín en la oficina, que fuimos postergando la salida.

Decidimos ir a un lugar bien agradable en el que hay variedad de platos, desde deliciosas ensaladas y sopas, hasta los irresistibles y pecaminosos postres.

Cuando llegamos recuerdo que enfoqué mi atención en una pareja y un niño.  El señor bastante mayor, ella muy joven y elegante y el niño bastaaaante inquieto.

Nos ubicamos como a dos mesas de ellos, pero en una zona en la que hay sillas empotradas.  La mesa de al lado estaba desocupada.  De pronto empecé a sentir pisadas muy cerca.  Volteé y el niño estaba brincando y caminando a lo largo de la silla empotrada. Le dije bajito que no debía caminar allí, que era para sentarse. Ni siquiera me escuchó.

El chico no se quedó quieto un solo instante, recorría el área, tocaba las cosas de las mesas, rodaba las sillas y volvía a caminar sobre la silla.

Ya habíamos terminado de cenar y la charla estaba tan amena que no nos queríamos ir, se pasó el rato y entonces nos decidimos por un postre. Ordenamos dos postres grandes y seis cucharas! (eso antes daba pena, ya no… primero la dieta –ji ji-).

En ese momento estaba sentada de tal forma que casi le daba la espalda a la pareja y al niño, así que no me di cuenta de sus movimientos, cuando lo siento sobre mi espalda. Volteo, miro a la pareja y estaban embelesados en su romance. Ni antes ni en ese momento se habían interesado en lo que estaba haciendo el niño. Me levanté molesta, tomé al niño del brazo y pregunté en tono alto (pero decente) y con cara de mucha incomodidad: ¿De quién es este niño?

Creo que les dañé el rato, pero la chica se levantó, jaló al niño, no lo regañó, no pidió disculpas y se lo llevó con fuerza.  El señor tampoco pronunció una sola palabra.

A mí me encantan los niños, soy tierna y me los embolsillo. No tengo hijos y soy consentidora, pero qué pena, me incomoda muchísimo la mala educación.  Uno se molesta con los pobres chicos necios, groseros, pataleteros (este término no existe) y hasta mal hablados, pero con quien hay que molestarse es con los padres.  Son ellos quienes educan bien o mal, son ellos quienes vigilan y corrigen, son ellos quienes siempre, SIEMPRE, deben estar atentos a lo que hacen sus hijos dentro y fuera de casa. Si están cansados o aburridos con la responsabilidad de ser padres, pues ingénienselas y programen escapadas, pero cuando salgan con ellos, háganse cargo!

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