lunes, 11 de agosto de 2014

Los de la vista gorda

El mundial de fútbol alcanzó para todo: Para unirnos y para distanciarnos, para celebrar y luego llorar, para inspirarnos en oraciones y luego en maldiciones, para elogiar y para denigrar.

Cada uno sabrá cómo se “comportó” durante la “fiebre mundialista”, que es llamada así de manera acertada (altas temperaturas, delirio e incoherencias).
Muchos se “nacionalizaron” alemanes, holandeses y parece mentira, hasta argentinos, en aras de mostrar su amor incondicional a la Selección Colombia, después de su camino truncado a la final del Mundial de Fútbol, durante un juego que la gran mayoría asegura que fue robado (algunos amigos y familiares cercanos dicen que no fue así y que falta aprender más sobre fútbol).

Los colombianos demostraron que pueden unirse en torno a lo que les interesa y quedó claro que no es precisamente lo más importante para el futuro del país lo que nos une.

La alegría del mundial logró el propósito esperado: Distraer. Y de todo.  En esas semanas las tendencias en redes sociales fueron los partidos del mundial, sus protagonistas y las noticias que se generaron alrededor del gran evento.  A un lado quedaron las controversias políticas, las investigaciones por malos manejos de recursos del Estado, las inversiones desviadas, los funcionarios corruptos, los malos servicios de salud y la pobre educación (ésta última muy culpable de los apasionamientos sin sentido).

Ya no debía sorprenderme la enorme creatividad de nuestra gente para expresar su sentir.  Algunos acertados, con mucha gracia, otros  - para mí – cargados de un “odio” extraño. Muchos trataron de dejar al descubierto que la Federación Internacional de Fútbol Asociado –FIFA- es una “mafia” y que los problemas sociales y políticos de Brasil influyeron en la manipulación de la FIFA en el mundial (partido Colombia-Brasil).

Cómo me gustaría esa creatividad al servicio de otras causas y de paso tropezarnos con una sociedad más alerta y vigilante de lo que ocurre en el país, en torno a la pobreza, el empleo, la educación, la salud, a las poblaciones en conflicto, a los grupos al margen de la ley, a los corruptos, los politiqueros.

Cómo me gustaría sentir que tenemos un corazón inmenso capaz de perdonar, pero perdonar de verdad. Me duele, pero en esos días sentí que si no fuimos capaces de superar lo ocurrido con Colombia en el Mundial, va a ser difícil que nos reconciliemos con quienes alguna vez nos han producido dolor. Y lo digo porque muchos atacaron a quienes quisieron suavizar los comentarios y la burla, agradecieron a Dios por la “dulce venganza” y se recrearon en los contenidos de mal gusto de algunos medios de comunicación, poco serios.

Los famosos “memes” burlones, sarcásticos, dispararon redes sociales y algunos hasta sacaron tiempo para hacer un entierro a Brasil (1); todavía “el gol de Yepes” sigue en la retina de la gente (2) y ha aparecido uno que otro artículo por ahí, con menos acogida, intentando que la gente despierte (3). Otros han profundizado más en el tema (4) y seguro que no serán muy queridos.

Ya volvimos a la realidad de la sequía en la Región Caribe por culpa de un “niño” mal educado, del hambre de muchas poblaciones y de la disputa de políticos por el poder.  Sin embargo, no veo que la gente se esté quejando.  Ahora todo mundo está pendiente de James y su futuro en España (lo que también celebro, pues es un colombiano que se ha esforzado mucho por alcanzar sus metas).  ¿Será que preferimos hacer creer que no nos enteramos de la realidad para no sufrir, somos inconscientes, poco maduros o sencillamente es más fácil tirársela de pendejos? 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario