jueves, 14 de agosto de 2014

Próxima parada: Concertación


Los ciudadanos del noroccidente de Soledad, Atlántico, están preocupados por la reestructuración de rutas del transporte público colectivo anunciada por el Área Metropolitana de Barranquilla (AMB) y decidieron acudir al Concejo de su municipio para buscar una salida a lo que anticipan se convertirá en un serio problema.

Unas rutas serían eliminadas y otras modificadas (un total de 25 rutas) dentro de un plan de cuatro fases, atendiendo la recomendación de un estudio técnico contratado por AMB, realizado por la Unión Temporal GSD-Moviconsult y entregado a mediados de este año.

Funcionarios del AMB empezaron a socializar la reestructuración de rutas entre líderes del municipio de Soledad, pero la gente no está contenta con los cambios propuestos porque no responden a las necesidades reales de movilización de los habitantes de las zonas inicialmente afectadas.

De acuerdo con la comunicación radicada en el Concejo de Soledad por parte del Comité de Trabajo líderes comunitarios del noroccidente de Soledad, la gente ahora tendrá que caminar entre 300 y 500 metros hasta la parada del bus, pero para llegar allí se corren algunos riesgos por la inseguridad en el área y temen por su integridad. Muestran preocupación especial por las personas en situación de discapacidad.
Preparación para el cambio

Hace pocos días escuché en radio que un oyente se quejaba de los cambios propuestos por AMB porque solo favorecían al sistema masivo, Transmetro, no a la ciudadanía, y decía: “A mí no me gustan esos cambios porque esos buses no paran donde uno necesita sino donde ellos quieren”.  La verdad es que este es el más claro ejemplo de que estamos en pañales en materia de organización y cultura ciudadana.

Cuando uno va a otros países en los que el transporte público funciona como relojito y de manera organizada, añora que en Barranquilla ocurra lo mismo. El problema es que no se trata solo de número de buses, rutas y horarios.  El orden va mucho más allá y tiene que ver con una planificación integral y cultura.

Miremos primero el tema de las vías.  Tenemos pocas vías alternas de acuerdo con la alta circulación de vehículos. Las vías de acceso en muchas zonas no están en buen estado y si lo están, el área no es segura, especialmente en horas de la madrugada y en las noches. Y aquí ya entramos al otro tema: La inseguridad. Por qué zona de la ciudad podemos salir a caminar con tranquilidad, a cualquier hora, a buscar un bus de transporte público?  Conocemos la respuesta.

La inseguridad, que siempre se quiere combatir con más policías, tiene su origen en algo más complejo: Falta de educación y de empleo estable. No hay justificación para hacerle daño a otro, pero la delincuencia común encuentra en su “oficio” la salida más fácil para sobrevivir.

Finalmente está el tema de cultura ciudadana. No hemos logrado, en esta ciudad, que la gente entienda lo que significa el orden, el respeto por el otro y el cuidado de lo público. Recuerdo cuando se instalaron paradas de buses en toda la ciudad.  En la Calle Murillo con Cra 45 se armaban unos trancones interminables porque los usuarios del transporte público caminaban por la intersección para abordar los buses.  Entonces colocaron unas vallas que impedían que cruzaran desde la  esquina.  No sirvió para nada, el desorden continuó y las paradas de buses se convirtieron en camas de indigentes.

Y muchos se preguntarán: ¿Y entonces qué hacemos? ¿Nos quedamos en el “retraso”? No, pero mientras no se den las condiciones para ello, algunos intentos de cambios no solo serán infructuosos, sino que se convertirán en un problema mayor.

Por todo lo anterior entiendo la preocupación de los soledeños, quienes entre otras cosas, hacen una propuesta razonable: Concertar.  En épocas de auge de la comunicación para el cambio social, no se vale tomar decisiones e imponer sin tener en cuenta lo que la gente quiere y necesita.

Ojalá que los funcionarios públicos involucrados en el tema de la reestructuración de rutas de buses de Barranquilla, además de sentarse con los transportadores (que también reclaman ser tenidos en cuenta para estos cambios y están dispuestos a trabajar por el fortalecimiento del sistema masivo de transporte), lo hagan con la ciudadanía que se ve afectada. Seguramente nos evitaremos unos cuantos dolores de cabeza.

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