¿Qué tiene que ver el fenómeno de la violencia con el
nivel de producción de bienes y servicios de un país para satisfacer los mercados internacionales? Todo.
Y es así de sencillo: En una ciudad donde hay
inseguridad la gente se encierra en sus casas y baja el consumo. No se compran
vehículos por temor al robo, prefieren quedarse en casa antes de exponerse
al peligro y disminuyen las salidas a centros comerciales y restaurantes.
Recuerdo cuando en la casa de mis padres no teníamos
reja. Eran otros tiempos, no había tanta inseguridad y solo nos teníamos que
aguantar a los flojos e imprudentes que para “cortar camino” prácticamente nos
pisaban los pies cuando estábamos sentados en la terraza (casa de esquina). Ahora
tenemos una “cárcel propia”, que no es garantía de seguridad, pero logra que
tengamos esa sensación.
Pues bien, esos índices de inseguridad ocasionados por la delincuencia y la violencia, son
tenidos en cuenta para calificar o medir la competitividad de un territorio.
América
Latina
Joven guatemalteco.
Fotografía tomada de www.eltiempo.com
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Según estadísticas del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), presentadas en el Foro Internacional de Seguridad Ciudadana 2014 en
Barranquilla, Colombia, más de 15% del Producto Interno Bruto (PIB) de una
nación se puede afectar por la violencia.
“Los países tienen que destinar muchos recursos a todos
los problemas de salud producto de la violencia”, dice el epidemiólogo e investigador del Banco Mundial Andrés Villaveces y cita el caso
de Brasil: “Lo que invierte en vacunación, se acaba en recursos de salud
destinados a atender la violencia”. Eso
se relaciona con la competitividad.
Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña han hecho
estudios sobre los costos directos de lo que el sistema de salud invierte en un
sobreviviente de la violencia. En Estados Unidos son billones de dólares. Pero
hay unos costos, los indirectos, que son muy difíciles de calcular. En esta categoría entran: pérdida de
oportunidad laboral, rehabilitación (que en muchos casos es asumida por la
familia), abandono de las escuelas y la pérdida de ingresos, entre otros.
En América Latina, son los jóvenes y las mujeres, los
grupos sociales más afectados por la violencia.
De hecho, esta región registra la tasa de criminalidad juvenil más alta
a nivel mundial.
Hay
que agarrar al toro por los cachos
Estudios indican que los hijos de mujeres víctimas de
violencia nacen con bajo peso y requieren de mayor atención en salud, los
jóvenes que van a las cárceles por participar en actos delictivos dejan de
estudiar y hay menos gente educada, los inmuebles ubicados en zonas
inseguras pierden su valor, los inversionistas le huyen a ciudades con altos
niveles de delincuencia y se pierden grandes oportunidades de negocios.
Por el bienestar de la población en general es
necesario trabajar en prevención y es importante que se compartan experiencias.
Así lo están haciendo los gobiernos de ciudades como Boston
(USA) y Bogotá (Colombia).
La Comisionada de Salud de Boston, Bárbara Ferrer dice
que la prevención de la violencia y el crimen no es cuestión de un programa o
enfoque específico. Sin embargo, es necesario identificar las causas, las zonas
de alta vulnerabilidad social y diseñar políticas muy específicas. Lo
importante, asegura, es que “todos participemos en forjar oportunidades que
promuevan el bienestar y la cultura de paz”.
De lo que vivimos a diario, sin ser expertos y sin
hacer muchos estudios, tenemos claro que los gobiernos le restarían mucho terreno
a la violencia si la educación, el empleo, el deporte y la
cultura dejan de ser programas de papel y se ejecutan. De paso
tendríamos poblaciones con mejor calidad de vida y países más atractivos para inversionistas.
Consultas
1. Costo del delito en América Latina: http://www.iadb.org/es/noticias/comunicados-de-prensa/2013-01-24/estudios-sobre-costo-del-delito-en-america-latina,10306.html
2. Conferencias sobre desarrollo y
competitividad en América Latina y el Caribe colombiano del Foro Internacional
de Seguridad Ciudadana. Barranquilla, septiembre 26 de 2014.
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