Redes sociales y aplicaciones gratuitas de comunicación no deben deteriorar las relaciones. Por el contrario son nuestras mejores aliadas, si las usamos de manera correcta. |
Encendí
el celular apenas me desperté y se activó un concierto de notificaciones.
Cuatro sonidos diferentes: El chat de WhatsApp de un amigo especial, el de mi
grupo de compañeras de colegio, mensajes de Facebook y Twitter. Como apenas eran las 4:30 am, corrí a bajar
el volumen del dispositivo, pensando en que alguien pudiera despertarse
innecesariamente.
Eran
mensajes para compartir frases bonitas, recordar una reunión pendiente, desear
buenas noches o simplemente un post en el perfil de un contacto en la redes.
Me
llamó la atención el mensaje de un amigo. Palabras más, palabras menos, decía
así:
-
Hoooooolaaaaaaa
(9:30 pm)
-
Heeeeeeyyyyyy
(9:32 pm)
-
Sé
que estás conectada porque acabas de publicar un mensaje por aquí (9:36 pm)
-
Por
qué será que nunca tengo suerte contigo? O es que no quieres conversar conmigo?
(9:50 pm)
-
Bueno,
responde cuando quieras. Que tengas buenas noches (10:00 pm)
Confesión:
Mi primera reacción fue de molestia, porque el mensaje de las 10:00 pm ya sonaba
a reclamo. Sin embargo, decidí cogerla suave y a las 4:45 am me
encontré enviándole un mensaje así:
-
Buenos
días, cómo estás? Espero que muy bien.
Son las 4:45 am y acabo de leer tu mensaje. Seguramente escribiste en el momento en que
desconecté computador y celular. Voy a caminar y llegaré con el tiempo justo
para bañarme, cambiarme y salir. Hablamos más tarde. Que tengas un hermoso día.
Volví
a revisar el celular como a las 8:00 am y mi amigo ya había escrito. Me dijo
que si yo creía que no dormía, como para que le hubiera escrito en la
madrugada, que dudaba mucho que “precisamente me había desconectado en el
momento que me escribió”… y otras tonterías más.
Tomé
una decisión drástica: Lo saqué de mi lista de contactos. No era la primera vez que hacía comentarios
así medio “reclamones” y me di cuenta que es una persona que realmente no
prestaba atención a nuestras conversaciones.
Si así hubiera sido, habría caído en cuenta que me estaba acostando más
temprano precisamente porque caminaba bien temprano en la mañana. Además, el mensaje que había visto recién
publicado la noche anterior en mi perfil decía: “Hora de irse a dormir.
#MeFuiiiii”. No estaba claro?
A
mí también me ha pasado que escribo a alguien en varias ocasiones y no obtengo
respuesta… nunca. Entonces incluyo a esa
persona en la “limpieza” de contactos que hago regularmente. Pero aclaro que nunca reclamo y mucho menos
exijo que me respondan, sencillamente elimino de la lista y con seguridad ni
cuenta se dan, porque a lo mejor son personas que abrieron sus perfiles en
redes por estar a la moda, pero no les interesa o no tienen tiempo para ello.
En
fin, todo este cuento para hacer la siguiente reflexión: No sé si sea correcto
eso de que las redes sociales y las aplicaciones gratuitas de comunicación son un “mal necesario”. Debemos
reconocer sus bondades, que nos permiten mantener contacto con amigos que viven
lejos, expresar nuestras opiniones, o escribir las tonterías que nos dé la
gana, facilitan la comunicación laboral y en el mejor de los casos, se
aprovecha mejor el tiempo. Pero, por
favor, que no se conviertan en una presión social ni laboral.
Tenemos
que ser respetuosos del tiempo y disponibilidad de los demás, no olvidar además
que como en cualquier tipo de comunicación el respeto y la consideración son
importantes.
Hagamos
un equilibrio, es de personas sensatas e inteligentes.
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