miércoles, 17 de septiembre de 2014

… como también perdonamos a quienes nos ofenden

Foto tomada de www.elcolombiano.com en un acto de desagravio en Colombia.

Nancy Leigh De Moss dice en su libro El Perdón: Cómo liberarse de la amargura y el dolor (1), que “somos una generación de gente herida e incapacitada y nuestra amargura latente se convierte en ira, odio y finalmente en venganza y violencia”.  La autora piensa que hay demasiada gente maltratada que no aprendió a curar sus heridas y ahora va por el mundo hiriendo a otros.

Pero la sociedad no se puede dejar arrastrar por esa ola de gente herida que causa daño y debemos aprender a responder a lo que nos pasa de una manera diferente, porque eso será determinante en nuestra formación como ser humano.

Como dice Leigh De Moss:”Mientras creamos que nuestra vida está determinada por las cosas que nos pasan, siempre seremos víctimas”. Y coincide con algunos autores en que el perdón no es una emoción sino una oportunidad, producto de un acto de voluntad, no por sentimiento.

Para el español Mariano Crespo “El perdón es algo que la víctima lleva a cabo.  Sin embargo, ¿no hay que esperar, que al mismo tiempo, determinadas condiciones se cumplan en aquel que nos ha ofendido a fin de que sea perdonado?”. Qué oportuno para Colombia es este comentario de Crespo en su libro El perdón, una investigación filosófica (2).

Crespo aborda el tema en el capítulo titulado Qué no es el perdón. Dice que perdonar no consiste en “cerrar los ojos” ante la ofensa experimentada y aclara que condonación, no es perdón.

Sin duda, no es fácil disponernos para el perdón y menos cuando escuchamos declaraciones de la guerrilla colombiana en las que no muestran ningún respeto por sus víctimas. Eso enrarece el ambiente y debilita a los perdonadores, que somos todos los habitantes de este país.

Pero no podemos ser débiles.  No cuando lo que está en juego es la tranquilidad de toda una nación.  Esta generación debe ser ejemplo para las que vienen y para mí hay una vía: Fortalecernos en la palabra de Dios, que nos muestra siempre un mensaje de reconciliación.

John F. MacArthur dice en su libro Libertad y poder del perdón (3), que “los aspectos prácticos de la vida cristiana están supeditados a la pureza de nuestra doctrina en asuntos tales como la culpa, el perdón y la reconciliación”. Y hace una reflexión sobre la importancia del perdón para resolver los problemas más complicados de nuestras vidas, cuando asegura que si aprendiéramos a sentir más repugnancia por nuestro propio pecado, que molestos por las ofensas de otros hacia nosotros, ya habríamos avanzado bastante en el camino hacia la salud espiritual.

De todos modos queda pendiente un aspecto vital y es que Dios también se preocupa por la justicia.  Entonces dirán algunos: Si perdono, ¿dónde queda la justicia?  Pregunta complicada.  No, más bien, respuesta complicada. Sin embargo, y solo a manera de reflexión: Con el perdón liberamos al victimario y a nosotros mismos, de resentimiento. Perdonemos.  Y dejemos que la Justicia sea la encargada de una reparación de daños.

1.   Nancy Leigh DeMoss. “El perdón: Cómo liberarse de la amargura y el dolor”. Editorial Portavoz. Grand Rapids, Michigan. 2006
2.    Mariano Crespo. “El perdón: una investigación filosófica”. Ediciones Encuentro. Madrid, 2004

3.    John MacArthur Jr. “Libertad y poder del perdón”, Editorial Portavoz. Grand Rapids, Michigan. 1999

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