miércoles, 24 de septiembre de 2014

Dolor que parte el alma

Nada justifica que un niño viva este sufrimiento



Lloré, lloré y lloré.

Sentí que algo se quebró por dentro, porque el dolor de este niño duele!

Acepto los comentarios de tono grosero con el que el pueblo colombiano reclama al presidente de la República de Colombia de turno por lo que pasa en el país.  Ese reclamo para el gobierno, para el Estado, es válido.

Este es el resultado del mal manejo de un país que se ha caracterizado por la injusticia social, la inequidad y el favorecimiento de unos pocos.

Para que ese niño sane, que si lo logra es obra de Dios, pasará mucho tiempo. Tendrá que vivir unas etapas muy duras, que no tendría por qué experimentar el ser humano a esa edad... una edad en la que solo se debe pensar en estudiar y explorar el mundo que le rodea, de manera divertida.

¿Cómo le pedimos a un niño que vive una experiencia como esa, que no crezca con rabia, dolor, odio, amargura y deseos de venganza?

Si por situaciones que comparadas con esta resultan insignificantes, hemos sentido rabia y nos ha costado perdonar para buscar una reconciliación, entendemos que para ese pequeño será fácil llenarse de sentimientos negativos.

Pero no porque ese reclamo sea válido, debemos alimentar el odio y deseo de venganza en la gente.

Quienes tenemos la oportunidad de hacer algo, hagámoslo.  Desde una oración, una palabra de aliento, un abrazo en silencio… hasta la búsqueda de acompañamiento profesional para niños y familias que viven esta tragedia, puede ayudar.

Tenemos que sanarnos y ayudar a que otros sanen o seguiremos viviendo con dolor.

Y no dejemos de reclamarle al Gobierno que haga su trabajo: Que brinde oportunidades de educación, empleo y vivienda de manera DIGNA; que permita que la gente participe en la toma de decisiones, que haya justicia y que no olvide que el servicio a los demás es su deber.


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