miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mi 9/11

Una esquina memorable en Manhattan, New York.

Llegué a casa un poco cansada. Eran las 10 de la noche y me di cuenta que tenía mensajes en la contestadora automática.  Eran amigos saludando, programando desde temprano el fin de semana que venía y de pronto escuché la voz de la secretaria de mi abogado: “Mabel, Robert  que lo disculpes, pero no podrá atenderte mañana porque no recordaba que tenía una cita en la Corte”.

Le había avisado a Sam, mi jefe en Unisource Logistics, que me ausentaría al día siguiente porque tenía esa cita con mi abogado en Manhattan y luego iría a ver a mi hermano Gerardo, quien estaba hospedado en un hotel diagonal al Madison Square Garden,  a la espera de una velada de boxeo.

Los planes cambiaron y pensé en dos opciones: Salir bien temprano para Manhattan y pasarme todo el día con mi hermano o ir a trabajar medio día por lo menos.  Que la almohada decida, fue mi último pensamiento de esa noche.

Desperté bien temprano y decidí ir a trabajar, pensando en que el entrenamiento del boxeador terminaba como a las 10 am. Además, quien me iba a suplir en la oficina estaba un poco nervioso porque era un día pesado.

Vivía en Westbury, Long Island en New York, me desplazaba en bus hasta Hicksville y allí esperaba mi conexión para ir hasta Jericho donde quedaba la oficina. Sentí el ambiente pesado y hasta me pareció que la gente estaba triste, pero pensé que eran ideas mías.  Mi conexión de bus tardó un poco, cosa muy extraña, y llegué 10 minutos más tarde de lo usual.

Ninguno se extrañó al verme ahí. Ni siquiera el chico que me iba a cubrir expresó tranquilidad al verme.  De pronto Alan, un compañero filipino me dijo: ¡Qué terrible lo que ha pasado!

No pregunté nada y caminé hacia el fondo de la oficina en donde varios escuchaban radio. Me puse nerviosa, pues creí haber entendido que un avión se había estrellado en World Trade Center en New York. Y digo creí, porque entre las voces de mis compañeros y la rapidez con la que hablaba el periodista, yo no estaba segura de lo que escuchaba.

Le dije a Alan: ¿Entendí bien? ¿Se estrelló un avión en Manhattan?  Me dijo: Sí.
Casi sin pedir permiso cambié a una emisora hispana y cuando confirmé la información, corrí a llamar por teléfono a Gerardo. Los minutos más eternos de mi vida.  No contestaban en su habitación ni en recepción. Mientras intentaba comunicarme una y otra vez escuchaba que no era un avión, que eran dos, que no era accidente, que hablaban de un ataque… pero de quién? El nerviosismo crecía.

No recuerdo a qué hora logré comunicarme con Gerardo. Me dijo que no contestaba porque se había ido para la habitación del boxeador y alcanzaron a ver en vivo por televisión cuando se estrelló el segundo avión. Le dije: “Me voy a medio día para allá”.

En ese momento no reflexioné sobre la magnitud de lo ocurrido, pero las horas siguientes me aterrizaron en la realidad: Manhattan quedó incomunicada con el resto del Estado de New York y con New Jersey. No entraría nadie a esa zona hasta nueva orden.

En la tarde de regreso a casa, ya yo era parte de ese ambiente extraño que había percibido en la mañana camino al trabajo. Oré por quienes perdieron sus vidas, por sus familias, por quienes trabajaban en el rescate y le di gracias a Dios por mi hermano y por mí: La oficina de Robert, mi abogado, quedaba en el 232 Broadway de New York, a solo cuatro cuadras del World Trade Center.

4 comentarios:

  1. Gracias por permitirnos conocer esa fuerte experiencia vivida en un día como hoy. Dicen que narrar y compartir ayuda mucho a amortiguar el golpe y a desahogar el miedo que aún persiste en muchos de los que la vivieron.

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  2. Mabel amiguita como toda pisciana hiciste con este relato q brotaran unas cuantas lagrimas... te cuento q como buena oyente d Caracolera escuché la noticia mientras me cambiaba y coleque CNN y como tengo flia residente en NY viví momentos angustioso hasta q logré hablar con mi tía-mamá q es la gemela d mi madre y preguntarle x cada uno d mis primos-hermanos y sobrinos. Debemos darle gracias a Dios x cuidar d cada uno d nuestros familiares y amigos como tu hermosa flia.

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    1. Así es. Tenemos que dar gracias a Dios por estar vivos disfrutando familia y amigos. Un abrazo y te invito a que sigas mi blog.

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